Los Guardianes

Sepultado en este barco naufragado, navega a la deriva, divagando en pensamientos de ira comprimida, en una vida de caricias prohibidas y miradas perdidas. Tatúa sus heridas afligidas, sellándolas con la luz de una triste cerilla y a escondidas se castiga, fustiga sus lágrimas con dinamita y en su realidad vive una mentira, locura maldita que le ahoga y le cautiva. Juega con sus miedos esta última partida, en un paralelismo raro de sueños embargados, espejismo de un sexto sentido esperanzado, mientras se siente custodiado por cuatro guerreros, guardianes congelados en un tiempo donde late amordazado sin memoria, tras escudos y lanzas que le impiden la gloria. Se enfrenta a sus fobias, alzando una voz tímida e inocente, desnudando el alma al subconsciente, esperando la batalla en la que permanecer eternamente.